Foto de José Miguel Marco

Ay, madre! en la prensa

Os pongo aquí el artículo que ha escrito Ana Usieto para Heraldo de Aragón.

Ay, madre!: la mano extra que ayuda en el caos de un postparto «que nadie te cuenta»

«Ese niño tiene hambre». «No pasa nada por darle un biberón». «Si les das biberón no querrá la teta». «¿Otra vez está mamando?» «Si le pones chupete le saldrán mal los dientes». «Lo mejor es dejarles llorar». «El método Estivill es una salvajada». «¿En qué percentil está?» «No lo cojas en brazos que se acostumbra». Las dudas y el miedo a hacerlo mal asaltan a muchos padres en el momento de postparto. Incluso si el embarazo y el alumbramiento han ido como la seda, de un día para otro puede desatarse un caos de noches de insomnio, incertidumbres, consejos contrapuestos y tareas infinitas que en el caso de las mujeres se añaden a un estado físico que raras veces acompaña. Las madres se enfrentan a una tarea titánica con un cuerpo muchas veces dolorido, hormonalmente desquiciado y, por qué no decirlo, en sus horas más bajas desde el punto de vista estético y fisiológico, lidiando con todo tipo de humores y situaciones que piden a gritos una intimidad y un tiempo para una misma de los que justo entonces se carece. 

Así, estrenando un cuarto para el bebé primorosamente preparado durante meses, rodeadas de todo tipo de utillería para bebé -la mayoría, se descubrirá pronto, completamente innecesaria-, se explota la burbuja aspiracional de nueves meses de dulce espera. Con el bebé en brazos, los puntos tirando y los pezones supurando, cuántas mujeres piensan: «¡Ay, madre!». 

Ese es el nombre del proyecto de Anabel García Recio, un servicio personal y profesional de acompañamiento flexible que ofrece dos manos extra para ayudar a los padres en el tan a menudo complicado momento del postparto. «Cuidar de la madre para que ella cuide de su bebé». 

En el postparto, «ahí te quedas»

«El postparto nadie se lo imagina», dice taxativa Anabel. Y esa es la primera realidad a la que se enfrenta su proyecto profesional: «En España está todo muy encaminado a atender el embarazo y el parto, pero luego ahí te quedas». Surgen en ese periodo infinidad de dudas difíciles de resolver porque desde el punto de vista sanitario la atención a la madre se reduce, pero también porque los padres, habitualmente, «están sometidos a mucho ruido en su entorno», explica Anabel. «Se da la circunstancia de que mujeres que hasta el momento han dominado sus vidas, su ámbito profesional, que han recibido todo tipo de atenciones en su embarazo y parto, de repente se ven sobrepasadas. Una realidad que cuesta aceptar porque se tiende a ver como un fracaso lo que es absolutamente normal pero nadie te cuenta». El papel de la pareja a veces tampoco es suficiente: «El servicio que ofrezco existe incluso en países absolutamente paritarios, porque la llegada del bebé trastoca la pareja. La madre está a lo que está y esto el padre a veces no lo entiende, puede ocurrir fácilmente que la pareja se resienta. Tampoco es un momento de repartir las tareas domésticas. El postparto es un momento para que la madre no las haga». La soledad del postparto Anabel quiere enfatizar que los días posteriores al nacimiento de un niño son «de máxima vulnerabilidad para la mujer». «Lo que más me han repetido mientras preparaba este proyecto es que en ese momento se sentían solas». Solas rodeadas de su pareja, de su familia, de sus amigas… ¿Por qué?

A juicio de Anabel son muchos factores. Uno responde al choque entre las expectativas y la realidad, debido a que la mujer acumula todo tipo de información sobre el embarazo y el parto, pero ignora casi todo de lo que viene después. «Así que las cosas se tuercen, no sabes el motivo y cuesta mucho admitir que se está sobrepasado. Piensas: «Pero si este bebé es lo que más deseaba en este mundo, ¿qué está pasando?». 

Anabel, madre de dos niñas de 8 y 3 años, recuerda su experiencia con la primera: «No daba crédito. En el embarazo decíamos con mi marido: ‘¡Qué ganas de estar en casa los tres juntos!’…». Le da la risa. 

Anabel quiere dejar claro que su papel no es el de ejercer de agorera con los padres. Todo lo contrario, Ay, madre! (aymadre.es) nace desde el convencimiento de que el postparto puede ser una experiencia maravillosa. Y que si no es así es porque los padres no reciben ayuda suficiente o en el sentido adecuado. 

«A veces los problemas del postparto se ignoran conscientemente -indica Anabel-. La gente se dice: ‘A mí eso no me va a pasar’. Y lo entiendo, yo simplemente quiero que si al final sí, las mujeres sepan que estoy aquí». 

Coger confianza 

¿Qué es lo que ella propone? «Algo que es muy habitual en lugares como Países Bajos, Australia, Estados Unidos… Un servicio diverso, personalizado y flexible, que ayuda a que los padres vayan cogiendo confianza mientras la madre se recupera». 

Qué no es Ay, madre!: «No soy una ‘niñera». Anabel deja claro que su servicio es para los padres, no para el bebé. Y subraya que tampoco es una sanitaria. 

«Puedo dar un servicio de ‘batchcooking’ comprando y cocinando para toda la semana y, ojo, con recetas que se puedan comer con una mano, ya que los padres están casi siempre cargando con el bebé». «Puedo limpiar el baño, cambiar sábanas, lidiar con las visitas, aportar información sobre lactancia o maneras de dormir al niño, siempre dejando clarísimo que los que acaban decidiendo todo son los padres». «Puedo, dado que mi servicio se puede contratar en ‘packs’ o por horas, simplemente ser contratada para una tarde, para dar un paseo con la madre o servirle de paño de lágrimas». «Ay, madre! tiene un componente absolutamente práctico», remacha. 

Las abuelas 

¿Cómo puede ‘Ay, madre! hacerse un hueco en una sociedad mediterránea, tan basada en la crianza apoyada en la ayuda familiar? Hablando en plata: ¿Dónde deja Ay, madre! a las abuelas? Anabel se sonríe. «Las abuelas tienen un papel fundamental, pero en ocasiones pueden suponer un problema porque a los hijos se les hace muy difícil emocionalmente decir que no a un consejo suyo con el que no comulgan, por no hablar de que la madre de uno es también la suegra de otro y una presencia constante puede ser una fuente de fricción en la pareja, cuando normalmente en ese momento ya hay más roces de las habituales». En cualquier caso, lo que propone Ay, madre! es pergeñar un «plan de postparto» de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada familia. «En uno que hemos hecho recientemente los abuelos se ocupaban del hijo mayor durante el postparto e hicieron un papel crucial». «El rol de la tribu es importantísimo, pero no siempre se acierta. Yo recuerdo perfectamente cuando mi hermana vino a barrerme la casa y dejarme unos túpers en la nevera. En aquel momento fue una auténtica salvación. ¡Pero mis amigas me regalaron un jamón!». 

 

 

Texto de Ana Usieto para Heraldo de Aragón

Foto de José Miguel Marco.

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